Cuenta
la leyenda que hace muchos, muchos años, nació en la ciudad alemana de
Düsseldorf el más bramido, temido y salido de cuantos corsarios han
navegado por los siete mares. Sus padres lo llamaron Hans, Hans Grücher,
pero pronto se ganó el sobrenombre de Drogenkopf (Cabeza de Droga).
La bandera de Cabeza de Droga |
Y
es que Hans ya desde niño gustaba de aliñar su existencia con todo tipo
de sustancias líquidas, sólidas y gaseosas que lo elevaban a cielos
totalmente desconocidos por el hombre sobrio. Cuando tan sólo contaba
siete años de edad, como buen bucanero que estaba llamado a ser, Hans
cogió su primera cogorza de ron. A la edad de nueve años viajó hasta
Jamaica como polizón, escondido en un barril de pez en la bodega de un
barco pirata. Allí descubrió la marihuana. En el viaje de vuelta, cuando
el navío estaba lleno hasta la bandera de verdes cogollos y hojas de
maría, el joven Cabeza de Droga incendió el barco. Se fumó un barco
entero. Así comenzó a forjarse su leyenda.
"Se fumó un barco entero... sí... estaba escondido en un camarote y... bueno... el dibujo lo deja claro, ¿no? |
También
fue pronto, a la tierna edad de 15 años, cuando el pequeño Hans
descubrió su otra pasión: los culitos de jóvenes bucaneros. Estaba él en
su nueva carabela, haciendo un casting para reclutar a la tripulación
que lo acompañaría en sus saqueos, cuando vio a joven de sensuales rizos
y músculos de dios griego que optaba a contramaestre.
- ¿Cuáles son sus atributos? – le preguntó Cabeza de Droga al joven aspirante
- Pues yo, Mein Drogenkopf, - le contestó éste, muy serio – sé dónde está babor, estribor, la proa, la popa, y el sombrero del capitán.
- Ah, bien – replicó Cabeza de Droga, que empezaba a mirar al joven con ojos golosones – Y la bala de cañón ésa que está ahí detrás de ti, ¿podrías agacharte y cogérmela? Yo es que tengo el lumbago que se me ha subido a la chepa y no puedo.
- Pero, señor, si tiene usted tan sólo quince años – inquirió el joven.
- Las chepas no tienen edad – respondió Cabeza de Droga.
El
jovencito se agachó a coger la bala de cañón, y Cabeza de Droga se
quedó mirando la rajita que asomaba por su pantalón. Es por esto que
desde entonces lo llamó “El Pequeño Cerdito Hucha”.
"Se agachó y se le vio la hucha" |
Así
que, desde entonces en adelante, Cabeza de Droga y El Pequeño Cerdito
Hucha surcaron juntos Los Siete Mares, ya que éste fue elegido
contramaestre, y navegaron ellos dos solos, ya que Cabeza de Droga fue
matando uno a uno al resto de la tripulación para poder tener algo de
intimidad con el tierno marinero de los rizos sinuosos.
Un
día, cuando el sol se estaba escondiendo en el horizonte y las gaviotas
entonaban graznidos de amor, Cabeza de Droga se acercó hasta el timón
de su barco, donde estaba El Pequeño Cerdito Hucha peinando sus rizos
con gesto despistado. Se arrodilló ante él, sacó un anillo de su
bolsillo, se lo mostró, y le dijo:
- Pequeño Cerdito Hucha, ¿quieres ser el bucanero de mi corazón?
- ¿Cómo? No entiendo – replicó el joven, reparando en la imagen del viejo lobo de mar agachado ante él.
- Que si te casas conmigo, bella criatura – contestó Cabeza de Droga, muy seguro de sus palabras.
- Hostia, pero… ¿eres gay? No me jodas que he estado navegando con un gay… madre mía, cuando se lo cuente a mi novia – dijo el joven, muy sorprendido.
Cabeza de Droga, muy lentamente, se puso de pie, e intentando ahogar el llanto, con ojos lacrimosos, dijo:
- Nadie rechaza a Cabeza de Droga.
Cabeza
de Droga desenvainó rápidamente su sable y se lo clavó al Pequeño
Cerdito Hucha en el corazón. El pobre cayó por la borda y terminó sus
días siendo devorado por sepias.
"... y terminó sus días siendo devorado por sepias. SÍ." |
Moraleja: Si no quieres ser devorado por sepias, jamás rechaces a Cabeza de Droga
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