Anteriormente querido Mr. Jonson:
Está claro que hoy no me voy a la cama sin hacer algo de ruido. Y, por supuesto, no abandonaré la vigilia sin comunicarle que es usted un cerdo. Y pensar que he malgastado mis más sinceras palabras en usted… y pensar que, durante semanas, estuve besando una etiqueta de una botella de anís del mono imaginándome que era una foto suya… y pensar que quería entregarle mi flor… mi frágil, delicada y pútrida flor…
Esta semana he cambiado la moqueta del suelo porque me recordaba a usted. También he cambiado el papel pintado de la pared porque me recordaba a usted; y he cambiado el inodoro del baño porque olía a culo. Bueno, y porque me recordaba a usted. Todo lo que huele a culo me recuerda a usted. Hasta los culos que no huelen a culo me recuerdan a usted. ¿Usted no se recuerda a sí mismo cuando huele el culo suyo? No me diga que no…
Como ya le he dicho, o al menos insinuado, lo odio. Siento que ha jugado con mis sentimientos igual que un niño leproso juega con la carne muerta de su hámster leproso. ¿No ve lo que intento decirle? Quizás no intento decirle nada, y tan sólo quiero dejar fluir mi dolor por tsunamis de tinta de impresora. Por cierto, ¿sabe lo caro que es un cartucho de tinta de impresora en mi país? En el desierto no tenemos calamares, ¿sabe? Y la tinta no cae de los árboles, a no ser que sean árboles que den calamares a modo de frutos. Y yo nunca he visto uno de ésos.
Pútridamente NO suyo,
Qadeer
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